A veces la luna se siente anciana porque sabe que tiene más noches que nadie en el mundo. Y entonces peina sus cabellos de plata y se hace una trenza tan larga que llega hasta el agua del mar. Y se colorea las mejillas de oro de estrella. Y se pone tan bonita que el sol no puede resistirse a darle un beso de amor. Y entonces, por un instante, el mundo entero se oscurece por un momento tan largo que alguno se perdió para siempre en su inmensidad.
A veces un recuerdo dura tantos siglos que ya no parece un recuerdo. Y entonces, de repente, un corro de niños invade el patio, cantando y riendo, como cuando no tenían miedo aún ni a la lluvia.
Y otras veces las estrellas corretean tanto que su halo de luz se pierde en el negro cielo y apenas puedo verte cuando te miro, porque la noche se torna tan oscura como el final del horizonte. Y entonces echo de menos tu mirada brillante y sombría.
Entonces el tiempo se para. Y arranca a andar tan rápido como una gacela asustada. Y ya sólo quiero caminar despacio, por aquel camino que un día empezamos a dibujar. Y veo como crecen los helechos y como un otoño cualquiera los amarillea.
Y me siento a descansar queriendo sentir tu calor. Y me acurruco. Y un sueño muy bonito llega con aquella luna que a veces se siente anciana...
Sólo quiero que mañana estés conmigo, igual que ayer. Y que hoy sea siempre tan bello como mañana.
jueves, 26 de noviembre de 2009
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no me acostumbro a no encontrarte en el salón esperando la noche...
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