martes, 27 de diciembre de 2011

El cuento de aquella vida

Era difícil de entender que Ella apareciese de repente, como siempre arrogante, desafiante, poderosa, inicua y siempre injusta. Por eso ella no lo entendía una vez más, y por eso durante varias albas amaneció rojizo oscuro otra vez.

Y además esa noche Ella sembró tanto terror que todos se asustaron y huyeron despavoridos. Todos menos una ardilla despistada que no entendía por qué de repente estaba sola en el bosque.

Entonces ella se sentó a descansar, buscó el diván donde se guardaba la caja de los secretos y lo preparó como en los mejores tiempos: busco aquella manta de cuadros de nosequé color indefinido, la almohada de plumas que le hicieron los pajarillos y puso el sol en la ventana. Porque aunque era de noche encontró al sol en un rinconcillo, agazapado. Por eso no brillaba mucho, pero bueno, ya brillaría cuando amaneciese.


Había que volver a convivir con Ella y ella lo sabía. Así que una vez que descansó salió a pasear por un camino que era un poco pedregoso para llevar tacones, pero había que estar guapa para la ocasión. Tal vez caminando por allí se encontrasen y conversasen... y menos mal que se sentó un poco a descansar en mitad del sendero, porque si no...



"Lárgate", le dijo a la ardilla. Pero luego se dio cuenta de que tal vez no estaba tan mal que estuviese por ahí pululando, así que no se lo dijo nunca más.



Después ella se cansó otra vez de caminar, de convivir con Ella otra vez, tal vez de respirar, o de respirar como Dios manda, y buscó otra vez el diván. En realidad lo habían restaurado y ahora era más bonito y cómodo que antes, así que se podía dormir allí durante muchas noches. Y por eso se podía amanecer allí durante muchas madrugadas... uf, menos mal...



Al alba ella se recostó a soñar porque a dormir no se atrevía, pero consiguió descansar, exhausta, aunque Ella la vigilaba. Tal vez sólo debían aprender a convivir. O tal vez no... pero eso será otro cuento que tal vez ella no escriba jamás...




Érase una vez el cuento de ella y de Ella. Y érase una vez una noche, y erase una vez un alba...