viernes, 28 de febrero de 2014

Almas de lluvia

Te perdiste en el medio de una noche, casi no nos dimos cuenta. Pero hoy que empezó a llover resultó que me acordé tú tenías mi paraguas. Vaya, y ahora te echo de menos, el agua me va a calar mis huesos gastados por tu culpa.

Acuérdate por lo menos de dejarlo en el bar de siempre para que pase yo a buscarlo. Sí, en ese en el que el vino es tan malo que nadie lo bebe. Así por lo menos la próxima tormenta no se me correrá el rimmel hasta parecer un fantasma.

Entretanto yo sigo paseando cerca de donde murió él. Así me acuerdo y lloro, pero él quiso que fuese así, ya sabes. Menos mal que ella de vez en cuando, bueno cuando se acuerda que existe un mundo más allá de su cueva, viene y me da un beso. Si no fuese por eso todavía estaría rondando su tumba.

Tengo pocas ganas de ir allí, no me gusta que nunca dé el sol, me pone muy triste. Y eso que una vez me gustó que estuviese la sombra, pero hace ya tanto tiempo que ellos me han pedido que lo olvide. Así, te podías venir un día conmigo y nos tomamos un vino bueno entre los dos. O dos. No sea que nos emborrachemos y se nos olvide de donde venimos.

En fin, espero encontrar mi paraguas pronto. Tú si quieres seguir escondida allá tú, pero no me hagas a mi que se me siga oxidando el alma, si acaso será mejor que se quede contigo en el infierno. Allí al menos no nos llueve....


Buenas noches a todas las almas de lluvia.