sábado, 27 de marzo de 2010

El sueño de Yaakov

Querido Yaakov:

Hace ya muchos amaneceres, tal vez una eternidad, que me despertó el sol una mañana después de una noche que parecía eterna.

Y entonces me fui a por leña para encender la lumbre de mi sala solitaria. Y me calenté poco a poco en el triste fuego en el que se reflejaba tu ausencia. Y te añoré mucho, muchísimo. Y me estremecí cuando no tuve tu abrazo de cálida tarde de estío. Y miré por la ventana y llovía, y me trajo la mañana tu olor a tierra mojada y a yerba en la sombra.

Desde aquella mañana no apagué mi fuego. Lo tengo encendido para cuando vengas a calentarte conmigo. Por eso cogí la colcha grande que Penélope tenía escondida en su armario. Y te estoy esperando para que te vengas conmigo y te quedes para siempre en mi sala, donde nunca más vas a tener frío ni miedo, donde nunca se acabará el amor, dónde habitan abrazos en el aire por siempre.

Quiero que compartas mi pequeñas vida de magia miserable, de sueños rotos, de noches tristes y amaneceres oscuros. Quiero que me des la luz que guardas bajo tu negro manto para que te sueñe siempre y así mi magia brille un poquito cada amanecer, como cuando era un hada poderosa.

Estoy débil y no me queda más leña para darme calor. Te necesito a mi lado para no sentir este frío gélido. Te necesito y te quiero a mi lado mientras me sigas soñando.

Por eso te ofrezco estas migajas de la vida que me quedan. Porque en ellas he puesto todo mi amor, toda mi alma. Si la quieres es toda para ti.

Por siempre,
Denise


Quedate conmigo mientras me sueñes cada noche. Y no olvides nunca que naciste de un sueño de amor de un hada.

lunes, 15 de marzo de 2010

El amanecer

Querido Yaakov:

Esta noche es tan triste que sólo puedo pensar en aquella canción que sólo repetía un sentimiento de desolación. Por eso lancé al viento un halo de esperanza que aunque tal vez se hunda en el mar brillará tanto que las estrellas se cegarán a su paso.

Porque esta noche, paseando por esta Tierra de nadie, he visto tantas lágrimas que por un momento las mías se fundieron en un río de sal.

Y ahora sólo quiero descansar y no pensar, porque hoy no me quedan fuerzas para buscar la respuesta a mis pesares ni para implorar abrigo a mi Luna.

Mañana vendrá un amanecer rojizo a despertarme. De los que me gustan a mi. Y me calentará el alma desasosegada. Y entonces tal vez te escriba una bonita carta. O tal vez mis versos se pierdan en la noche. De lo que estoy segura es de que siempre te dedicaré una frase torpe y acelerada que saldrá de mi alma de pequeña magia de salón.

Desde la Tierra de los Cuentos,
Denise


Sueñate siempre en un amanecer de esperanza. Y no te olvides que alguien lanzó una vez una sonrisa a la luna sólo para ti, para siempre.

miércoles, 3 de marzo de 2010

La noche de la eternidad

Una vez leí un cuento de una vida que nunca parecía acabarse. Y sentí una tristeza infinita, porque yo una vez soñé con que vivíamos tantas cosas juntos que la vida se me hacía tan efimera como esos molinillos que había en aquel prado por donde corrí tantas veces cuando era una niña.

Sólo quiero que termine esta noche. Y que llegue el alba. Porque las estrellas se me están clavando en los ojos y no me dejan ver mi luna. Tan sólo una pequeñita se marchó para no oir la desdicha que baja navegando por el agua del río salado.

Por eso me he sentado en medio del camino, para gritar a lo lejos y pedir sosiego para mis heridas de escarcha. Pero mis ojos están tan doloridos que no puedo ver si alguien se aproxima. Y el suplicio se hace más fuerte, sólo siento desconsuelo. Y por más que grito nadie me escucha. O tal vez no lo se. Porque ya no puedo vislumbrar ni tan siquiera mis pies descalzos, como si la yerba se los hubiese tragado y me hubiese atrapado para siempre en un sendero sin salida.

Sólo quiero que termine esta noche. Es triste y me duele su oscuridad. Sólo puedo buscar la calma en este puñado de tinta que una vez más me envenará la sangre. Pero esta noche es lo único que tengo para mi teñir mi soledad.

Sólo quiero que termine esta noche. Mi garganta se ha quedado sin voz, sin palabras, y apenas sin lamentos. Y esta tinta cada vez más negra emponzoña mi alma. Cada segundo. Cada vez que apenas respiro.

Y una vez más me recostaré en el frío lecho donde buscaré deseperadamente que todo sea un mal sueño. Un sueño de tinta malva, verde, de bonitos colores. Donde alguien escriba una bonita historia para mi. Pero hoy sólo quiero que termine esta noche.


Sólo quiero que mi dolor sirva para apaciguar el de otro hada que se quedó sin luz. Entonces tal vez se termine esta noche eterna.