sábado, 19 de enero de 2013

Esperando

Esperando. Gracias por haberme avisado. Así por lo menos me dará tiempo a descansar. Con lo que me gustaba a mi cansarme. Bueno. Tampoco estuvo tan mal las otras veces. Creo. Ya no me acuerdo muy bien. Lo mismo había querido olvidarlo. Y si no creo que se me ha olvidado de todos modos.
En fin. Hace muchos muchos años, más de mil, empecé a escribir esta historia que empieza siempre donde la nieve se esconde para no volver jamás. Por eso ahora que tengo que esperarte otra vez voy a escribir un cuento de hadas y duendes, de esos que le gustaban tanto a Estrellita.

Erase una vez un reino donde todos eran lo que siempre habían querido ser. Se crearon a ellos mismos y, por eso, siempre se plasmaron dichosos. Así daba igual que fuesen hadas, ninfas, duendes, mariposas de luz o gusanos de seda. Siempre iban a nacer donde la nieve muere, y nunca morían mientras alguien los mentase en sus sueños.
Pero algunos de estos seres que siempre habían sido virtuosos querían inventar otros seres pequeñitos que fuesen parecidos a ellos. Y no sabían cómo. Por eso fueron a ver a Paulo, el sabio, que vivía en la casa que está más allá del bosque. Y él les contó el gran secreto: no podían hacer lo que anhelaban...
Así, algunos de ellos, capitaneados por un duende muy feo y moreno, pusieron rumbo al país sin retorno...
Y aunque sus pequeños cuerpos se multiplicaran hasta perder la cuenta, fueron muriendo poco a poco. Menos mal que como todos eran mágicos sus halos se quedaron por ahí para que alguien los soñase. Por eso este cuento no se acabará jamás.

Buf. Qué cuento más corto. Menos mal que puedo escribir más mañana. Voy a llamar a mi amiga del alma a ver si viene a verme y así me hace compañía. Así puedo esperar con ella. Me gusta que venga, aunque tantas veces la maldiga. Buenas noches. Buenos días amiga mía...

Ella, ellas

Me da igual lo que me digas. Ella no desaparecerá por mucho que la tires por tierra. Es tan poderosa que aunque yo me muera ella me sobrevivirá. Y a ti. Y a ellos que se mofaron tanto.
Por eso tantas noches viene y se come a la Luna. A mi Luna. Hija de puta, bárbara. No entiendo por qué me alegro tanto de que vengas a depredar todo lo que sueño. Tal vez porque tantas veces que me sentí sola me hiciste compañía. Vaya. Me conformo con esta compañía devastadora. Eso no suena muy bien. Pero por lo menos suena algo... si no, tan vacía como me he sentido tantas veces el silencio hubiese acabado conmigo.
Y hoy no has esperado ni tan siquiera a que fuese el momento... ¿te llamé yo para decirte que te echaba de menos...? ...no lo recuerdo... lo que se es que de ti nunca me olvido. Menos mal. Porque al final vas a ser el amor de mi vida, por mucho que me cueste a veces admitir que vuelvas cada vez que iba a empezar a soñar que te habías ido.
Al menos me queda el consuelo de que nunca vas a dejar solos a todos esos seres virtuosos sin los que nuestro mundo no hubiera nunca existido jamás. Oye, ¿y por qué no te quedas con ellos por siempre? Tal vez al final a mi no me hagas tanta falta... sobre todo si te sigues comiendo todos mis sueños.
¿Sabes qué? Que al final me voy a volver, sí, a ese lugar, a ese lugar de donde nunca debí salir... y ya no me vas a hacer falta nunca más. Mala. Pérfida. Insolente. Vete de una puta vez y deja de regocijarte con mi desgracia. Nunca entenderé por qué te gusta tanto hacerlo...
Buenas noches. Buenos días. Voy a ver si mañana te encuentro con él, con ellos. Me calmará una vez más verte revolotear por encimas de sus cabezas. Sí, vete con ellos, yo ya tuve bastante de ti mala amiga. Pero no me olvides. Yo no te olvidaré jamás porque gracias a ti al menos fui un lamento de sal y escarcha.


sábado, 5 de enero de 2013

Buenas noches desde la ventana

No me puedo creer que entres por la puta ventana para darme una sorpresa. No. Joder no. Porque hace ya varios siglos que no me gusta la historia que me cuentas esta noche. Una vez escuché una que sí me gustó. Espera, que te la voy a contar...

Erase una vez un reino donde todo olía a flores. Y por eso el rey tenía una hija princesa que olía a malvas silvestres. Y aunque cuando el rey miraba por la ventana sólo veía una pequeña niña traviesa que saltaba los siglos a la comba, la niña princesa se hizo un día mayor. Ella se dio cuenta porque se levantó un día triste. Y entonces se enamoró de un príncipe del reino de los arbustos, que olía igual que la genista en primavera. Y el rey una mañana lloró tanto que se empañaron todos los cristales del castillo durante nosécuántas lunas, y por eso todos los habitantes del reino no supieron si era de día o de noche durante un sin fin de días en los que se olvidaron de bostezar al alba. Por eso el aire se paró y ya nadie salía a respirarlo. Y por eso algunos se tornaron cetrinos como las hojas de otoño.
Pero la princesa quería mucho a su padre, y también a su pueblo. Y como era mágica, como todas las bellas princesas de los cuentos, decidió echar un conjuro bueno con polvo de luna. Así, todos salieron de sus casas a jugar con los remolinos blancos de escarcha. Y el rey, al ver cuanto se divertían todos, se pasó casi un siglo llorando de risa. Y como las lágrimas de risa se tornan miles de pequeñas haditas de las que habitan en las flores y las llenan de rocío, y éstas se llevaron todas las lágrimas a las flores del reino, y así el castillo se desempañó y el reino se volvió más bello que nunca.
Y todos vivieron felices por siempre jamás.

Por eso me desentiendo hoy de tu monserga desañada que ni tú te crees. No me vengas ahora con que fuimos tan etéreos. Ni me vengas tú tampoco con que me quisiste desde siempre. Vaya. Me voy a parar a descansar para no agotarme con todo lo que me tengo que comer antes de reventar de desolación. Por eso dejadme un paz un rato de siglo para que me dé tiempo a echarme la siesta esa que te había dicho.
Como me hastía que solo vengas cuando no te lo mereces. Claro, como eres una diosa pues haces lo que te plazca. Y es que si te das cuentas a todos ellos también les pasa, por virtuosos que sean. Lo que ocurre es que, en mi humilde opinión, yo me lo merezco menos. Así que vete pensando en venir en otras ocasiones, por ejemplo cuando vuelva al mar.
Así que mira, me voy al mar. A darme un baño donde tú y yo sabemos Paulo, cuando la luz se esté yendo, como a mi me gusta. Buenas noche Paulo, buenas noches amigo trasnochado, buenas noches amor arrebatado de permuta mundana.