sábado, 19 de enero de 2013

Ella, ellas

Me da igual lo que me digas. Ella no desaparecerá por mucho que la tires por tierra. Es tan poderosa que aunque yo me muera ella me sobrevivirá. Y a ti. Y a ellos que se mofaron tanto.
Por eso tantas noches viene y se come a la Luna. A mi Luna. Hija de puta, bárbara. No entiendo por qué me alegro tanto de que vengas a depredar todo lo que sueño. Tal vez porque tantas veces que me sentí sola me hiciste compañía. Vaya. Me conformo con esta compañía devastadora. Eso no suena muy bien. Pero por lo menos suena algo... si no, tan vacía como me he sentido tantas veces el silencio hubiese acabado conmigo.
Y hoy no has esperado ni tan siquiera a que fuese el momento... ¿te llamé yo para decirte que te echaba de menos...? ...no lo recuerdo... lo que se es que de ti nunca me olvido. Menos mal. Porque al final vas a ser el amor de mi vida, por mucho que me cueste a veces admitir que vuelvas cada vez que iba a empezar a soñar que te habías ido.
Al menos me queda el consuelo de que nunca vas a dejar solos a todos esos seres virtuosos sin los que nuestro mundo no hubiera nunca existido jamás. Oye, ¿y por qué no te quedas con ellos por siempre? Tal vez al final a mi no me hagas tanta falta... sobre todo si te sigues comiendo todos mis sueños.
¿Sabes qué? Que al final me voy a volver, sí, a ese lugar, a ese lugar de donde nunca debí salir... y ya no me vas a hacer falta nunca más. Mala. Pérfida. Insolente. Vete de una puta vez y deja de regocijarte con mi desgracia. Nunca entenderé por qué te gusta tanto hacerlo...
Buenas noches. Buenos días. Voy a ver si mañana te encuentro con él, con ellos. Me calmará una vez más verte revolotear por encimas de sus cabezas. Sí, vete con ellos, yo ya tuve bastante de ti mala amiga. Pero no me olvides. Yo no te olvidaré jamás porque gracias a ti al menos fui un lamento de sal y escarcha.


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