lunes, 14 de noviembre de 2016

Ella y los ojos de mar

Esta noche tal vez te hice pequeña, no lo sé, tal vez mis sácais sacios de duquelas de otros tiempos te quisieron borrar de ese oscuro abismo para hacerme olvidar cuando te buscaba tan ansiosa, tan triste.

Pero como te amo tanto prefiero pensar que fuiste tú la que te echaste a un lado... para que pudiese ver ese mar hechicero detrás de tu rostro de escarcha.

Y maldigo todos aquellos seres sin alma que te negaron sólo porque nos temían, porque no entendían que se pudiese haber nacido del sueño de un hada, que jamás sintieron el desasosiego de ver como se extingue el polvo blanco de unas alas porque tenían miedo a volar, tanto miedo a volar que se les hendieron los sueños...

Porque puede ser que algunas veces no te pudiese ver porque miles de telas de araña me cegaban... pero jamás se me heló el corazón, jamás eché ningún sueño a la hoguera del aguardo para no sentir frío... tanto frío.

Me gusto verte otra vez, mi amada, verme a mi misma diminuta buscando tu infinita sonrisa, indescriptible, inconsecuente...

Gracias por dejarme ver esos ojos de mar detrás de tu hálito de plata. Ya aprendí que no se pueden parar las olas, y se qué todavía tengo que aprender mucho más para no ahogarme en los resquicios del pasado. Seré libre otra vez, como cuando vivíamos en la Tierra de los Cuentos.
Y volaré siempre mirando sus ojos.