martes, 26 de enero de 2010

El sueño de magia

Una noche sin luna, oscura, tenebrosa, busco aquella estrella que se llevó mi bello sueño y me trajo la cordura. Y entonces me acuerdo de cuando aún estaba loca y mis juguetes eran mis tesoros. Y casi no puedo mover las alas porque el pesar me hace que se vuelvan plomizas. Por eso tengo tanto sueño que mis pestañas se pegan para casi siempre.

Y ya no tengo ganas de llorar porque el río de sal se lleva el polvo cristalino de mi magia de salón que un día fue tan poderosa como el halo de luna. Por eso las noches son tan largas y los sueños tan cortos.

Y sólo quiero que aquel que todavía me visita cuando viajo donde habita mi niñez nunca se vuelva etéreo. Tan solo por un segundo quiero seguir sintiéndolo. Para que mis tripas se revuelvan porque sigue siendo intenso aun perdido en profundas vigilias.

Creo que una noche saldré a buscar algo de la magia que se me desvanece. Creo que empeñaré algo de mi sensatez por unas pocas monedas de bronce. Y aunque aquella estrella se haya perdido en el firmamento por siempre, alguien me contó que vio chispas de su destello orbitando la luna llena.


Si una noche encuentras una halo de mi magia perdida, tan sólo cierra los ojos y deseame que la recupere para siempre o tal vez sólo por un instante.