Agónica, exhausta, moribunda, lejana, infinita, enorme, flaca y ojerosa. Así te veo. Así parece que moras la otra tierra. Y así te ven ellos. Cuidado con ellos, si quieres morir rebozado en esta tierra con tus propias lágrimas allá tú, ellos se reirán después de tu mueca incoherente. Aunque te de igual nunca serás un bonito cadáver como el de Dean.
Así que lávate la cara de puta que se te queda con todo ese rimmel corrido y saca tu palidez con la chulería que se merece el momento. Total, qué más te da a ti que se rían esos que no te miraban namás que las tetas. Ahora que se jodan que ya no tendrán donde agarrarse para que el estómago no se les entumezca.
Y si te lo pido es con toda la mierda de cobardía que me dejan mis bolígrafos sanguinolentos. Y con la mente poco clara, como me gusta a mi cuando estoy triste porque me han cortado mi árbol.
¿Y luego qué? Pues luego como siempre dejaré los puntos suspensivos de decoro de mi alma, no vaya a ser que se vuelva tan fina y clara como el de ella, ¿te acuerdas?
Otra noche más tengo que agradecerle a Ella que venga a verme. Y me jode una noche más. Y un amanecer más. No se cómo la aguanto, será que es el amor de mi vida.
Porque ahora mismo tiraría todos esos sueños mundanos y los cambiaría por el que nunca se tornaría tangible.
Menos mal que donde moro se mezcla todo hasta no hacerte pensar con claridad. Así que te queda la responsabilidad de la copla esa que iba a mover el mundo entero, ya vas tardando en cantarla... y no te acojones tanto porque siempre tuviste una voz de soprano.
Ponte pues a sacar la carbonilla de mis insípidas palabras siempre moribundas. Si de verdad eres una diosa lo podrás hacer, aunque solo sea para que nadie te borre al final.
Ella decidió escribir ese bello poema, antes de morir tal vez de esa vida mundana. O tal vez decidió vivir. Pero supo que nunca más se guardaría aquella palabra...