Tantas veces te he soñado que nunca llego a entender por qué nunca las mariposas de mis tripas dejaron de aletear cuando te iba a ver.
Tantas veces quise ser tu tabla de náufrago, tu estrella polar en la noche perdida, tu utopía alcanzada. Y al final creo que sólo me convertí en la gota de lluvia que un día se posó en mi ventana y donde se reflejaron tus ojos, porque aunque se que cada latido por ti fue lo más cierto que jamás sintió nadie, mis tañidos sonaban tan débiles que se los tragó la tormenta.
Y nunca llegué a ser Penélope para tejer tu colcha, ansiosa de besos y de piel salada, ávida de sueños por cumplir, vehemente del amor que está por encima de todo. Porque me niego a creer que haya algo que esté por encima del amor, porque por mucho que tengamos que morar en esta vida lejos de La Tierra de los Cuentos, no puedo, no quiero, no soy capaz de admitir otra cosa.
Y aún así te sigo soñando por detrás de un mar de lágrimas imaginarias que un lagarto nunca llegó a echar. Y me hundo, me rindo, me vuelvo a levantar llena de esperanza, y vuelvo a llorar porque estoy muy triste.
Porque yo aposté por nuestro amor por encima de todo, una y mil veces, siempre. Y porque ya creía que no podía llorar más y es mentira, y me alegro, porque te sigo sintiendo, porque mi pasión no se ha acabado, porque no me he vuelto de piedra ni de sal como Edith por mucho que me vuelva una y otra vez a mirar hacia atrás.
Esta noche sólo te quería escribir un cuento de esos penosos que escribo yo, de estos que antes leías, tal vez para que caiga en el olvido como otros tantos, tal vez para que ni siquiera lo lea nadie. No, mejor lo voy a poner en la pata de una paloma para que lo lleve a tu ventana.
Sólo existimos porque alguien nos piensa, nos necesita, nos ama...
...y yo no quiero nunca más dejar de existir.
viernes, 8 de abril de 2011
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que hermoso tu llanto,siempre es un placer y un lujo leerte.
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