lunes, 31 de agosto de 2009

LA CARTA QUE NO QUISO CAER EN LA TIERRA DEL OLVIDO

Querido Yaakov,

Aunque se que esta carta ya no la vas a leer, hoy sentía ganas de escribirte. Mi paloma mensajera se quedará con ella para siempre para que nunca caiga en la tierra del olvido.

Te quería contar que estuve en el pueblo del lago. Una tarde quería pasear y me fui para allá. Y me encontré con el niño que descubrió aquel bosque. Y entonces caminé durante horas por sus senderos, y ya había crecido la genista de color amarillo, que ya sabes que es mi favorita.

Cómo me hubiese gustado que pudieses haber venido conmigo, sobre todo cuando por la noche salió una luna tan grande que en su cara se reflejaban todas y cada una de las flores de la pradera.

Después me sentí cansada y me eché a dormir con un arrullo de río que me acompañó toda la noche para que no sintiese miedo. Y entonces te soñé una vez más. Y aunque siempre eres bello y bueno en mis sueños, cuando desperté sentí en mi garganta el sabor salado de la desolación. Tal vez me sentí triste porque me acordé que no estabas a mi lado para abrazarme.

Seguro que es por eso por lo que quería escribirte esta carta, para sacar de mí esa pequeña sensación de desconsuelo que tenía en el corazón. Si me quedara un ápice de magia la daría toda para que creyeses en ella. Tal vez en el fondo todo aquello no fue nada más que un sueño, tal vez lo único real sea el día que encontré mi tesoro de luz. Pero aunque ya no lo creo igual que antes, no quiero que todo se desvanezca y me sea indiferente.

Hasta pronto Yaakov. Te quiero,

Denise


Sólo aquel que tenga el alma bella podrá morar en los sueños bonitos por siempre jamás.

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