Érase una vez una semilla de magia que vino volando porque una noche se prendió en el viento. Y llegó a una tierra seca y árida que una vez fue rica y fértil y estuvo llena de arrozales.
Allí vivía una niña que un día se hizo mayor y no le gustó. Por eso se escapó una noche muy triste y llegó nadando por un río salado. Y como una vez encontró un tesoro de luz, se lo llevó con en su mochila.
Ella llegó hasta allí en busca del lugar donde los niños nunca crecen y se quedan para siempre con la edad que quieren. Por eso cuando encontró el lago de los deseos soñó tener doce años por siempre jamás.
En aquella tierra vivían muchos niños que se habían perdido y habían querido llegar hasta allí, o bien que habían ido allá porque un día descubrieron que el camino del bosque de olmos no acababa donde se escondía el sol.
Pero una primavera que no llovió en años todo se quedó tan seco que los campos de arroz se marcharon al cielo azul. Y entonces se lo comieron todo: las flores, las cortezas de los árboles y las yerbas que bordeaban el camino.
Pero aquella noche cálida de estío la semilla mágica que llegó en el aire llenó todo otra vez de bosque de olmos plateados, de genista amarilla y de flores malvas y blancas. Y por la mañana el sol se reflejó de nuevo en los arrozales verdes y azules.
Y aquella princesita que una vez lloró tanto se tornó de nuevo una hada con alas de plata. Y entonces todo empezó de nuevo… fue cuando renació la Tierra de los Cuentos.
Gracias por creer en mi aunque mi magia, tal vez, se hubiese desvanecido...
jueves, 20 de agosto de 2009
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